La construcción de escenarios es una parte fundamental de todo ejercicio prospectivo, al representar su visibilidad más práctica y cotidiana, culminando un buen ejercicio anticipatorio de futuro, independientemente del acierto o no del mismo, que solamente se verá “a posteriori” pero no debería poner en duda la senda metodológica recorrida.
Los escenarios no son más que construcciones teóricas que representan visiones hipotéticas de futuro construidas a partir del desarrollo de un conjunto de premisas disponibles en el presente.
Estas diferentes imágenes del futuro ayudan a comprender cómo las decisiones en forma de acción (u omisión) que hoy se toman llegan a influir en un futuro previamente visualizado. Elaborar escenarios es, por tanto, una forma de pensar el futuro en la medida que se decide lo que hay que hacer en el presente. No ponderan probabilidades porcentuales, aunque se puede llegar a este extremo afinando el proceso, sino que consideran posibilidades cualitativas. Tampoco son la lista de deseos que nos gustaría que ocurriesen o que pensamos que deberían ocurrir, sino un conjunto de relatos sobre el futuro, consistentes, plausibles y que abarcan un amplio abanico de acontecimientos posibles, en función del número de variables testadas.
La técnica de escenarios se comenzó a utilizar a mediados de los años 50 del siglo XX, al tiempo que los primeros prospectivistas europeos se preocupaban por el devenir de Europa, en EEUU dentro de los estudios estratégicos y militares se intentaba identificar senderos de actuación alternativos y sus hipotéticos resultados en contextos diferentes, con el fin de orientar la toma de decisiones, previendo las posibles consecuencias de éstas para el orden mundial.
Fue Herman Kahn en EEUU, en el marco del “think tank” del ejército americano de la RAND Corporation, el impulsor de esta técnica, vinculada, en este caso, a las consecuencias que un ataque nuclear entre las dos grandes potencias tendría tanto para los EEUU como para el resto del mundo, concluyendo que el invierno nuclear y la destrucción de la civilización era el escenario más probable, en la medida que un ataque unilateral basado en una alarma, falsa o no, supondría un ataque-respuesta por parte del otro bloque. Conclusión: destrucción mutua asegurada.
Hoy día los escenarios representan una técnica que se ha globalizado, utilizándose en distintos campos que van desde la política internacional a la climatología, pasando por la logística o las propias crisis bélicas, muchas veces no de una manera científica sino como meras descripciones de futuro, sin el proceso de construcción que los mismos llevan aparejado.
El proceso para su elaboración consiste en describir los posibles estados futuros del problema de que se trata, previamente extraídas las variables y cruzadas entre sí, para a continuación desarrollar una serie de acciones estratégicas escalonadas de cara a dar los pasos necesarios, desde el momento presente, para implementar esos escenarios o evitarlos si son contrarios a los intereses de la empresa o decisor correspondiente. Finalmente, y a través de un proceso de construcción de indicadores se determinará si se hace “match” o no entre el escenario descrito y hacia el que nos dirigimos y la realidad, con el dibujo de dos líneas paralelas que representen una perfecta identidad entre los hitos “escenariales” y los hitos que tienen lugar en el mundo real.